*Budín de plátano, mole amarillo con setas, agua de menta y jengibre, solo son algunas de las delicias del lugar, situado en la colonia Jardines de San Manuel; se respira armonía y y se disfrutan colecciones de creadores independientes
Jaime López
Puebla, Pue.- Al suroriente de la capital poblana, cerca de donde comienza el bullicio universitario de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, un paraíso para el paladar de los vegetarianos y los veganos: Casa Olinka.
Budín de plátano, mole amarillo con setas, agua de menta y jengibre o pastel de zanahoria, son algunos de los platillos que se sirven en ese lugar ubicado en la colonia Jardines de San Manuel.
También es un centro cultural en el que convergen actividades relacionadas con distintas manifestaciones artísticas, desde actuación para cine y televisión hasta fotografía especializada en moda.
Si Billie Eilish, Sia o Paul McCartney vivieran en Puebla, seguramente lo frecuentarían con suma alegría, no solamente para satisfacer su hambre, sino para dejarse llevar por su ambiente bohemio.
Al ingresar al inmueble, la gente puede ser recibida por un silencio armonioso y tranquilizador o por covers de melodías que ayudan a sosegar el estrés del exterior tales como “Coincidir”, de Fernando Delgadillo.
Visualmente, Casa Olinka combina elementos rústicos e industriales, pues su mobiliario consta de palets de madera reciclables, las cuales son rodeadas por vigas negras metálicas.
Ese tipo de diseño genera a la vista un efecto “nice”, como diría la chaviza o los integrantes de la generación Z, aquella que ronda los 20 años de edad.
El compromiso del lugar con el cuidado del ambiente y la preservación de la naturaleza se acentúa con todas las macetas o árboles colocados en la planta baja.
Las macetas en cuestión son visibles tanto en la zona donde se sientan los comensales como en una pequeña área en la que se resguardan algunas piezas artesanales.
Incluso, hay plantas en los sanitarios, quizá con el propósito de concientizar a las y los visitantes respecto a la protección de la naturaleza, efectuando esa labor hasta en ese sitio tan íntimo: el baño.
O bien, tal vez solo las pusieron ahí para inspirar más a los pensadores modernos, ayudándolos a relajarse mientras purifican sus organismos.
Por temporadas, se exhiben obras de creadores locales e independientes, que poco a poco han ido adoptando a Olinka como una de sus galerías favoritas en la Angelópolis debido a su afable trato y buenas condiciones.
El espacio destinado para ellos se circunscribe al segundo piso y transmite una sensación de libertad, rebeldía, modernidad y cambio constante.
Eso significa Olinka, nombre que deriva del vocablo náhuatl Ollin y que hace referencia al movimiento continuo o a la marcha del astro rey.
Y sí, en este espacio las cosas fluyen naturalmente, el ánimo se reconforta y eleva, dejando que el sol vuelva a iluminar, no quemar, los pensamientos y pasos de cada uno de los visitantes.